La historia de Canelo se remonta a 1990, cuando su dueño ingresó en el hospital para someterse a una sesión de diálisis. Aquella mañana, el hombre y su fiel compañero se despidieron a las puertas del centro médico. Desafortunadamente, ese día algo salió mal y el amo de Canelo nunca regresó para reunirse con él.
Sin embargo, Canelo no perdió la esperanza y la mantuvo viva durante 12 largos años. Durante ese tiempo, el perro sufrió dos veces el infortunio de ser llevado a la perrera debido a denuncias, lo que provocó la movilización de la comunidad y organizaciones protectoras de animales que lucharon incansablemente para salvarlo.
La Asociación Agaden asumió la responsabilidad de cuidar a este noble animal, convirtiéndose en su padrino y brindándole las vacunas y permisos necesarios para que pudiera continuar esperando a su dueño sin enfrentar más problemas legales. El personal médico y los vecinos se encargaban de alimentarlo, proporcionarle agua y prepararle camas improvisadas con cartones.
A lo largo de los años, Canelo fue adoptado en dos ocasiones, pero rechazó cualquier hogar que no fuera el de su amado dueño, lo que finalmente llevó a su devolución a las calles antes de que muriera de tristeza y desolación.
Dos años después de su fallecimiento, las autoridades decidieron honrar su memoria otorgándole su nombre a una calle peatonal que solía frecuentar. En ese mismo callejón, se erigió una placa de bronce con un relieve de la imagen de Canelo, la cual aún podemos leer hoy en día: "A Canelo, quien esperó durante 12 años a su amo fallecido en las puertas del hospital. El pueblo de Cádiz rinde homenaje a su fidelidad. Mayo de 2004".
Aunque no hay testigos ni testimonios directos, una leyenda persiste y afirma que, en la puerta del hospital, el dueño le susurró a Canelo las palabras "espérame aquí". Y así fue como Canelo cumplió su promesa, inmóvil durante 12 años en el mismo lugar. Allí se acostumbró a dormir y a alimentarse hasta que su trágico final llegó cuando fue atropellado.
Esta historia conmovedora y repleta de lealtad nos trae a la memoria otra historia similar: la de Hachiko, otro perro fiel que dejó una profunda huella en el corazón de los japoneses y que incluso ha sido llevada al cine en dos ocasiones.
Hachiko era el compañero canino de un profesor universitario japonés. Nacido en 1923 en la prefectura de Akita y de la raza Akita Inu, fue adoptado por una familia de Tokio. Hidesaburo Ueno, el profesor que se convirtió en su dueño, tenía la costumbre de caminar de regreso a casa todas las tardes desde la estación de Shibuya, donde impartía clases en la Facultad de Ingeniería Agrónoma de la Universidad de Tokio. Hachiko lo esperaba en la estación y lo acompañaba fielmente en su regreso diario.
Sin embargo, un fatídico día de mayo de 1925, el profesor Ueno no regresó. Sufrió una hemorragia cerebral en su lugar de trabajo y falleció instantáneamente. A pesar de ello, Hachiko siguió esperando su llegada.
Siete años después, en 1932, el periódico Tokyo Asahi Shimbun, uno de los más reconocidos en el país, publicó un artículo que relataba la historia de Hachiko. El perro se convirtió rápidamente en un símbolo de lealtad canina, y su fama se extendió incluso más allá de su propia muerte, ocurrida el 8 de marzo de 1935.
El cuerpo de Hachiko fue preservado y se encuentra actualmente expuesto para que todos los visitantes del Museo de Ciencias Naturales de Tokio puedan admirarlo. Además, su nombre se encuentra grabado en un monolito junto a la tumba de su amo en el cementerio de Aoyama."
Para agregar información adicional al tema, es importante destacar que tanto Canelo como Hachiko han dejado un legado perdurable en la memoria colectiva de sus respectivas comunidades. Estos ejemplos de lealtad canina nos recuerdan la capacidad única que tienen los perros para forjar vínculos profundos con los humanos y su disposición inquebrantable para acompañarnos en los momentos más difíciles.
Las historias de Canelo y Hachiko nos invitan a reflexionar sobre la importancia de los animales en nuestras vidas y el amor incondicional que nos brindan. Además, nos muestran cómo nuestras mascotas pueden enseñarnos valiosas lecciones sobre lealtad, perseverancia y la importancia de mantener la esperanza incluso en las circunstancias más desafiantes.
Estas historias también resaltan la importancia de la responsabilidad que tenemos como seres humanos para cuidar y proteger a nuestros animales de compañía. Es fundamental recordar que los perros y otros animales dependen de nosotros para su bienestar y que debemos tratarlos con respeto, proporcionándoles un hogar seguro y lleno de amor.
La trágica historia de Canelo y la conmovedora historia de Hachiko son ejemplos claros de la devoción y lealtad que los perros pueden mostrar hacia sus dueños. Estas narrativas nos conmueven y nos recuerdan la importancia de valorar y proteger a nuestros fieles compañeros. En un mundo a menudo caótico y complicado, estas historias nos brindan una dosis de esperanza y nos enseñan que el amor incondicional puede trascender barreras y desafiar incluso a la muerte misma. Recordemos siempre el impacto que nuestras mascotas pueden tener en nuestras vidas y honremos su legado ofreciéndoles el amor y cuidado que se merecen.