De Huelva a Zamora, y de Zamora a Lleida, se extienden cientos de kilómetros que separan estas regiones, pero hay un problema que afecta a todas por igual: la sequía. La escasez de agua, que se ha presentado de manera anticipada este año, está llevando a las explotaciones ganaderas a enfrentar una situación desesperante. Los animales, seres vulnerables que dependen de nosotros, están sufriendo las consecuencias de esta sequía que ha secado pastizales y agotado fuentes de agua.
Ainhoa López Larrauri, de Ganaderas en Red, lamenta: "He tenido que vender cerca del 20% de mi ganado, y conozco a otros ganaderos que están teniendo que vender prácticamente todo". Es una medida desesperada para evitar mayores pérdidas en un año que apenas comienza, pero que ya muestra las señales de la escasez. Y lo más alarmante es que la mayoría de estos animales están siendo destinados al matadero.
En la Sierra de Aracena, en Huelva, una dehesa de encinas y alcornoques de unas 400 hectáreas ha quedado completamente seca, dejando sin alimento a las cabras lecheras y a los cerdos ibéricos. López Larrauri describe la desolación del paisaje: "Todo está amarillo, como en pleno verano". Mientras tanto, las reservas de agua para el consumo humano y la agricultura están en un peligroso 40.7%, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
La falta de agua afecta tanto a las explotaciones ganaderas extensivas como a las intensivas. Los animales, que dependen de los recursos naturales para sobrevivir, están sufriendo las consecuencias de esta sequía despiadada. "Aquí no llega el suministro de agua corriente y nuestros animales beben de los manantiales que se están secando", explica López Larrauri. Es una situación desesperante, ya que sin agua no hay vida para estos seres indefensos.
Jorge Hernández, ganadero de vacuno para leche en Zamora, se enfrenta a una situación igualmente difícil. "Si no tenemos suficiente alimento para todos los animales, nos vemos obligados a enviar al matadero a aquellos que son menos rentables o tienen menor producción", explica Hernández. La falta de alimento y los altos costos están poniendo en riesgo la vida de estos animales que dependen de nosotros para su cuidado y bienestar.
Es importante recordar que los animales no son meros productos, sino seres vivos con necesidades y sentimientos. La sequía y los altos costos están poniendo en peligro su bienestar y su vida misma. Las explotaciones ganaderas más pequeñas, que dependen en gran medida de su propia producción de alimentos, se enfrentan a desafíos aún mayores. "Si ahora nos deshacemos de muchos animales, ¿dónde encontraremos nuevos ejemplares si la situación mejora en el futuro?", reflexiona Hernández.
La sequía no solo amenaza la viabilidad económica de las explotaciones ganaderas, sino que también impacta directamente en el bienestar de los animales. Las altas temperaturas, la falta de agua y el agotamiento de los recursos alimentarios hacen que los animales sufran estrés, desnutrición y enfermedades. Están siendo privados de las condiciones de vida adecuadas y de los cuidados necesarios para su salud y desarrollo.
Las consecuencias son devastadoras. Los animales están siendo sacrificados prematuramente o vendidos en condiciones desfavorables, simplemente para evitar mayores pérdidas económicas. Esta medida desesperada no solo afecta a los animales, sino también a la diversidad y equilibrio de las explotaciones ganaderas. La reducción drástica de la cabaña ganadera amenaza la supervivencia de las razas autóctonas y pone en peligro la riqueza genética de nuestro país.
Además, los costos elevados de los alimentos para el ganado y la falta de disponibilidad agravan aún más la situación. Los ganaderos se ven atrapados en un círculo vicioso, donde la escasez de recursos se traduce en mayores gastos y menor rentabilidad. Muchas explotaciones, especialmente las más pequeñas, luchan por mantenerse a flote y enfrentan dificultades para contratar mano de obra o invertir en mejoras que garanticen el bienestar animal.
Es fundamental que se tomen medidas urgentes para abordar esta crisis. El Gobierno debe implementar políticas y programas de apoyo dirigidos a las explotaciones ganaderas afectadas por la sequía. Esto implica proporcionar ayuda económica para la adquisición de alimentos, garantizar el acceso al agua y fomentar prácticas sostenibles que promuevan la conservación del recurso hídrico.